lunes, 18 de mayo de 2009

TU VOZ SOBRE TODAS LAS COSAS


He visto tu voz reposando sobre un pétalo dormido
esa voz de tus cuerdas siempre tensas,
siempre in crescendo
ante cualquier sombra que te rodee
como un lazo de despedida.
Tu voz, el violín dulce en mis oídos,
visita mis castillos de arena
que se deshacen ante el viento de la vida.
He visto tu voz cerca al bosque inmenso donde todo resuena,
donde el eco se hace sol brillante bajo las copas de los bosques.
Tu voz leyendo mis cuentos sin inventar,
sin personajes abyectos, sin dramas totales,
libre de la feliz novedad del vestido blanco, del nudo gordiano.
He visto tu voz como una sonrisa en tus ojos,
como un lienzo violento de estos tiempos.
Y tu voz juega con las olas del mar, se zambulle,
concierta un encuentro bajo el aura de la luna,
hace un montón de cantos rodados donde se refugia, a veces,
cuando no quiere jugar.
También, he visto tu voz en mis sueños de cada día,
en mis cuadernos de apuntes,
en mi mochila que viaja de tarde en tarde por las calles de quilca.
He visto tu voz en tu sofá noctámbulo y allí me he quedado a verte,
sin hacer bulla, sin
nada de palomitas de maíz, sin los ladridos de Peque:
me he quedado feliz en las pupilas de tu voz que sonríe,
que travesura, que exhibe un filme sin final.
Tu voz sobre todas las cosas.

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